miércoles

La vista de un festival cuando no acreditas prensa: El festival 212

Este fin de semana se llevó a cabo un pequeño festival en la ciudad de Guadalajara llamado "212", sé que no les interesa leer sobre organizaciones previas o experiencias, seamos realistas, sólo queremos leer si el festival fue un éxito o no. No creo que lo haya sido y no precisamente por el cartel que es cada vez más lejano a lo que alguna vez fue sino en términos de civilidad. Sí, por la "juventud en éxtasis".

Primero, la lluvia dejó el lugar propenso al caos; la avenida Chapultepec además de conocida por sus prestigiosos restaurantes y bares, también destaca por sus grandes baches que son particularmente un peligro para los ciclistas y en esta ocasión se habían convertido en charcos llenos de agua sucia. Ahora, imaginen a una horda de adolescentes, desenfrenados, caminando de un lado a otro sin sentido alguno hablando vociferantemente y aparentemente sin propósito alguno. Además la avenida estaba repleta de vendedores de frituras, pasteles, rusas (agua mineral o refresco de toronja con limón y sal), hamburguesas... en fin, los alimentos no faltaban y aparentemente tampoco el desorden.

Estaba viendo tranquilamente a Juan Cicerol cuando de pronto pasaron corriendo junto a mí un par de chicas del lado de la avenida que estaba "solo" y lo estaba porque el espacio era ocupado por un inmenso charco. Les valió un pepino y pasaron como diría mi abuela "con un cohete en la cola" pisoteando el charco, salpicando a  todo aquel que estuviera alrededor. Terrible, mis piernas terminaron todas salpicadas y peor aún, se me había ocurrido ir en falda.

Para llegar a cualquiera de los cuatro escenarios debías cruzar la calle en algún crucero libre de las calles parelas, esto significaba que esperabas al semáforo para poder llegar. Mientras cruzabas, la gente se gritaba o iban pateando, corriendo o jaloneándose. Notable. Una vez del otro lado, llegabas al mismo caos, imposible acercarte al escenario, quedabas en algún punto donde rebotaba el sonido por causa de la intemperie o los edificios, también era difícil estar cerca de las jardineras en las que la gente se paraba aplastando a las plantas. También sin importar los espacios bastante reducidos, a la gente se les ocurrió bailar "hula hula" (sí, el gran aro de plástico que utilizas en clase de educación física). 

En ocasiones veía a policias deteniendo gente con botellas o bebidas sospechosas y es que, antes de que piensen que la "policía lo arruina todo", deben saber que el festival es llevado a cabo en plena vía pública, es decir, cierran una de las avenidas más importante de Guadalajara para poder instalar escenarios a lo largo de la misma. Esto, además de gratuidad, implica que no se pueden consumir bebidas alcohólicas, lo que es a mi perspectiva algo razonable y a la vez coherente puesto que el grado de asistencia a veces no puede traducirse igual en términos de control. 

Y bien, esta actitud de "desobediencia" predominó, a mi juicio, durante todo el festival. No, no soy moralista, tampoco soy vieja (tengo veintidós años), simplemente creo que para que el gobierno siga permitiendo ese tipo de eventos o convivencia, es importante respetar las reglas y sobre todo actuar con civilidad. Y digo que el gobierno lo permita en relación a que el evento es gratuito gracias a que una avenida es prestada para poder llevarlo a cabo. Por el contrario; la avenida lentamente se convirtió en un basurero, en las calles paralelas algunos individuos hacían pipí en plena calle frente a la entrada de las casas sin inhibición alguna, por consecuente el olor a orina era además de insoportable muy obvio. 

Justo un tipo junto a mi acababa de darse un súper gallo de marihuana cuando a Carla Morrison se le ocurrió salir con una cartulina con el mensaje: "Enrique Peña no es mi presidente", debo admitir que fue un contraste triste y a la vez polarizado... por un lado, en el escenario tenemos a una señorita que quiere cambiar al mundo, bueno, no vayamos tan lejos, a un país y del otro lado a una juventud absorta en la indiferencia... realmente, ¿Ésta era la juventud en contra de la imposición? ¿O sólo basta con gritos y aplausos cuando los artistas se atreven a lanzar éste tipo de mensajes? ¿Acaso la audiencia estaba tan ebria para captar el mensaje? No lo sé, simplemente fue un alto contraste. 

¿Un éxito? Realmente no lo sé, éxito que siempre haya audiencia, bandas que vayan a tocar y que año tras año el festival vaya tomando el título de tradicional, entonces quizás en esos parámetros si fue un éxito. Como conclusión yo creo que deberían empezar a cobrar por el evento, sí, tristemente sólo pagando por las cosas tienes una garantía de servicio y calidad, no me refiero al cartel sino a evitar que a la mañana siguiente la acera frente a tu casa amanezca llena de orina. Y la otra, confirmo junto con Bob Dylan que los tiempos estuvieron, están y estarán cambiando. La escena es proporcional al público.

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